La vida era eso porqué aprender a perder es aprender a vivir. La muerte fulminante de su marido deja a Giuliana devastada y sola con dos hijas pequeñas. Superar un día tras otro está poniendo a prueba su resistencia y su imaginación, mientras pasa de la incredulidad al enfado, y de ahí a la idealización de su relación con William. Descubre entonces, además de irrepetibles momentos que su memoria convoca una y otra vez, el legado más hermoso de William: una intensa red de relaciones que le traerán una nueva forma de estar en el mundo y le enseñarán, gracias al apoyo de los demás, que aprender a perder es aprender a vivir.
A través de conversaciones, recuerdos, comentarios espontáneos de las redes sociales, escenas cotidianas, con vitalidad y sin dramatismo, y un cicatrizante sentido del humor, Carmen Amoraga construye una novela íntima y universal sobre el amor y la pérdida, el valor de lo vivido y lo por vivir. Una novela que se lee de la mano de una escritora que ha conquistado el corazón de muchos lectores con otras obras de ficción memorables como Todo lo que no te contarán sobre la maternidad (Destino, 2009) o El tiempo mientras tanto, finalista del Premio Planeta 2010.
Algunas personas pueden verse reflejadas en la protagonista: por el lugar, la familia en la lejanía, la misma enfermedad. Es un libro sobre la muerte, sobre los sentimientos y emociones que provoca, sobre la superaciόn del duelo sin ser un libro de autoayuda que además se lee de manera amena, trata los temas relacionados con la muerte de un ser querido con los que nos podemos sentir identificados.
En algunos momentos es demasiado superficial, una novela que se mueve por lugares comunes y que se acerca más uno de estos tantos libros sobre el duelo pero desde el dinamismo de la ficción y por tanto, también entretiene, estremece y como en toda novela, habrá opiniones para todos los gustos. En cualquier caso, trata sobre el duelo por la muerte del marido de la protagonista, con recuerdos, con deseos cumplidos y no cumplidos, con sus temores anteriores y actuales, etc… un duelo sin más, de lo más convencional.
«En la madrugada del 29 de julio de 2011, a las 3.10 a. m. hora espaniola, me despedí de este mundo, ya que no quise sufrir más, llevándome en mi alma y mi corazón todo el amor de mi mujer y de mis hijas, junto con todo el carinio de todos ustedes, que me apoyaron para luchar desde el momento en que caí enfermo.
No hubo tiempo para muchas cosas, entre ellas, ver crecer a mis hijas, compartir mi vejez con Giuli y muchas muchas más, pero hubo momentos hermosos que compartí con ellas, y eso nunca lo olvidaré.
Gracias por todo de nuevo, gracias de verdad, ahora sí que pude alcanzar la paz y el descanso que necesitaba, disfruten de cada día y celebren la alegría de vivir, no estén tristes, que esto es un hasta luego, ya nos encontraremos en algún lugar y compartiremos más momentos hermosos.
Los quiero mucho.
Giuliana mira el ordenador. Hace calor, pero lo que siente es frío, dentro y fuera. De ella. Lee lo que ha escrito y quiere repasar, encontrar la forma de poner la eñe, porque la computadora la compraron en Estados Unidos y allí no hay eñe que valga. Se han reído mucho con eso estos años. Jugaban a escribir palabras como:
Coño (conio)
Puño (punio)
Ñoño (nionio)
España (Espania)»