Qué son y de dónde vienen los funerales ecológicos

En el mundo occidental se ha perdido la relación con la muerte, y se ha dado al mismo tiempo espaldarazo a la naturaleza

Morir, morimos todos. Es la muerte la única certeza que tenemos al nacer. Algunas culturas consideran este hecho parte de la vida, y la respetan, la muestran, la observan a los ojos, y la integran como un episodio adicional. Otras, sin embargo, la ignoran, la esconden, tratan de ocultarla y no la enseñan a los niños. Las primeras no le huyen, y aguardan sus consecuencias cuando es hora con serenidad, porque entraña simplemente en su esquema otro estadio, uno más, en el longevo ciclo natural. Las segundas la enmascaran cuanto pueden porque temen el final de su existencia artificial, construida y reforzada especialmente para extender la creencia de que el hombre puede y debe alimentar burbujas, alejadas por completo de los ritmos del planeta. Hay matices y una magna escala de colores de por medio, pero dichas dos posturas, los antagonismos más extremos, son ejemplo del respeto pulcro por la ecología y la “sostenibilidad” de un lado, y por otro del ataque ciego y por vanos motivos a recursos naturales si estos sirven al provecho sin ver nada más allá.

Las pistas de la etimología

La muerte ha acompañado de hace ya milenios actos y celebraciones a su alrededor. Ha centrado la atención de los grupos sociales y ha  llegado a nuestros días en formas distintas que delatan muy diversas formas culturales expresadas en el rito y el culto a la muerte. El tabú de lo desconocido y el funeral clásico y mayoritario practicado en el mundo occidental, lleno de ornamentos poco o nada sostenibles y en parte contaminantes, representa únicamente un puntito diminuto comparado con la vasta historia de las ceremonias mortuorias. Una idea de la muerte natural, de una integración de lo desconocido en el círculo vital y en el entorno, que sigue y mantiene actualmente medio mundo, sobre todo en las culturas que apodamos en un modo despectivo y lamentablemente como “indígenas”. 

Los primeros funerales ecológicos

Quizás por cuestiones culturales, o por mero liderazgo dentro del mundo capitalista, los países de religión protestante e influencia anglosajona (Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos) lideraron y siguen al frente todavía en la primera chispa de este cambio revolucionario. Una adaptación de la mentalidad que nació en paralelo a las primeras leyes de castigo a los vertidos y contaminantes, y a las pruebas de un inicio de desastre a nivel planetario. La conciencia ecológica, arropada por la robusta jurisprudencia y fuerte convicción en crecimiento, acabó aterrizando y revisando asimismo a mitad de los 80 cuanto envuelve al sector funerario. Después de años de un inmovilismo sacro varias voces en la Gran Bretaña comenzaron a escucharse cuestionando la madera utilizada para hacer los ataúdes, los barnices, los adornos, los metales y los plásticos abandonados en el medio como urnas, flores o recordatorios, la energía malgastada, el transporte, los residuos de la cremación, y a suma de cuentas lo antinatural que representa comprar nichos, organizar ceremonias, y venir a recordar los familiares en parajes totalmente artificiales. Eran las raíces del “Entierro verde”, mucho más que una moda pasajera porque entró para quedarse y se abrió paso progresivamente. 

The Natural Death Centre (Reino Unido)

La primera institución creada oficialmente para dar empuje a los ecofunerales fue el Natural Death Centre, una organización sin ánimo de lucro, con la sede en Winchester, considerada antigua capital de Inglaterra y principal ciudad del condado de Hampshire. Desde 1991 su función fue y sigue siendo todavía la de asesorar a los profesionales del sector mortuorio para organizar las ceremonias y entierros en pro de la ecología y la sostenibilidad, además de difundir valores entre la ciudadanía con el objetivo de lograr un cambio de mentalidad. La empresa altruista fue semilla y herramienta necesaria para el surgimiento de aquellos primeros cementerios con conciencia de respeto hacia la naturaleza. Después de tres años (1994) el nuevo sector en auge indujo gratamente al nacimiento de la Association of Natural Burial Grounds (Asociación de Cementerios Naturales), gestionada por la misma organización. Su razón de ser fue aquella de agrupar los cementerios ecológicos para andar todos a una y ofrecer ayuda y un servicio de consultoría, y a cambio exigir el cumplimiento de unas pautas resumidas dentro del Código de Conducta. No se trata de marcar rígidamente lo que debe hacerse. La filosofía, al contrario, parte de la libertad y la diversidad de opciones, siempre y cuando todas ellas tengan un impacto cero o mínimo con el ambiente.

Qué son y de dónde vienen los funerales ecológicos 

Crecimiento paralelo en otros países

Este brote que afloró a orillas del Mar del Norte se expandió rápidamente y de manera especial, por la zona de influencia cultural de habla inglesa. A final de los 90 la corriente eclosionó en Norteamérica, y en Westminster (Carolina del Sur), nació el primero de los cementerios ecológicos de Estados Unidos (1998). Un complejo “madre” que más tarde (2005) empujó a la creación del Green Burial Council, la pionera asociación que se encargó de marcar los estándares a centros, proveedores, productores e instalaciones de cremación. De otro lado y previo al boom de los 2000 en Australia y Canadá, fue en Nueva Zelanda donde la nueva conciencia prosperó con más presteza. Así ya en 1999 el archipiélago maorí vio surgir Natural Burials, la primera organización que gestionaba certificaciones funerarias ecológicas. Una institución que vio crecer más tarde el cementerio de Makora (Wellington, 2008) donde se fomenta la inhumación natural, eso es, el entierro directo en el suelo y sin sustancias que puedan contaminar, y también más adelante el de New Plymouth (2011), el de Otaki (2012) y el de la región de Marlborough (2014). 

Las cifras de hoy en día

Después de 30 años ya de recorrido, la conciencia ecológica en el ámbito mortuorio ha empezado a prosperar en países como Holanda o Francia, donde algunos cementerios como el de Niort o el de Ivry-sur-Seine (París) se desmarcan de la línea oficial. En España aquellas excepciones a la norma son aún contadas con los dedos de una mano, con centros en Barcelona, en Sitges y también en Albacete que intentan acercarse al concepto de ecofuneral, sin incluir todavía ni estar amparado por la ley el entierro natural. La tendencia, sin embargo, crece. En los países consolidados, ya hay cifras que hablan por sí solas y que inevitablemente inducirán a cambios más acelerados a su alrededor. A final de 2017 el Reino Unido registraba en conjunto 270 cementerios naturales y anualmente se cifraban en un 8% (12.000 de los 150.000 totales) los entierros ecológicos. Estados Unidos se acerca a los 100 centros censados, y algunas encuestas de opinión, como aquella realizada en Canadá (British Columbia, 2013), revelan tendencias positivas hacia un cambio de mentalidad, puesto que el 42% de la gente interpelada expresaba preferencia por servicios funerarios sostenibles.   

 

ENLACES DE INTERÉS: 

SITIO WEB DEL NATURAL DEATH CENTRE:
http://www.naturaldeath.org.uk/

FUNERAL NATURAL (WEB ESPECIALIZADA):
https://www.funeralnatural.net/

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Perspectiva Ambiental (número 35). Monográfico “Ecofunerals”. Fundació Terra, 2005. 

También te puede interesar...