En España fallecen una media de 408.322 personas al año. La capacidad de gestión de las empresas es de unas 1.700 diarias. Durante los peores meses de la pandemia, solo en Madrid, el Covid-19 se cobraba unas 400 víctimas al día. Fueron meses en los que los servicios funerarios trabajaron desbordados y a contrarreloj por poder satisfacer la demanda, y no solo de manera presencial. Como ha ocurrido en la mayoría de los sectores de la economía, el coronavirus ha transformado sustancialmente el mercado online de la defunción.
Tal y como analiza el Observatorio Español de Internet, las restricciones presenciales y el Estado de Alarma han marcado un antes y un después en el eCommerce. Hay sectores que han duplicado su actividad respecto a 2019, poniendo de manifiesto hasta qué punto la crisis sanitaria ha cambiado los hábitos de vida. Uno de ellos ha sido justamente en el último adiós a los seres queridos. En la industria funeraria este aumento exponencial del consumo online se ha evidenciado en la forma de organizar sepelios, disparando la oferta de funerales telemáticos y memoriales a través de internet. La mayor parte de las despedidas debieron posponerse hasta la desescalada, pero en algunos casos pudieron realizarse ceremonias muy muy íntimas.
Tampoco es que ahora convengan las grandes aglomeraciones, por tanto estos servicios siguen manteniéndose y el mercado online de la defunción sigue creciendo. Ejemplo de ello es la parroquia de San Agustín de Valencia, que oficia misa online. De la misma forma, el Cementerio de Madrid oferta la retransmisión del servicio funerario por videoconferencia. Sin duda un alivio para aquellos que no pueden despedirse de sus seres queridos desde cerca.
Funerales en streaming
Por supuesto las empresas funerarias no han permanecido al margen. En ciudades como Barcelona, Zaragoza, Bilbao o Sevilla los familiares pueden optar a servicios de velatorio en streaming a través de Skype o YouTube, a libros de firmas virtuales, y a reuniones telemáticas por videoconferencia con otros seres queridos a través de grupos privados de Facebook u otras plataformas.
También han proliferado los cementerios online y las empresas que ofrecen redacción de biografías póstumas y hasta de testamentos digitales. Si bien la vía telemática no sustituye el calor humano que recibe la familia en un velatorio presencial, al menos ayuda a hacer presente la pérdida compartiendo el dolor colectivo.
No obstante, en España el mercado online de la defunción no se ha modernizado tanto como en Estados Unidos. Allí el 20% de las empresas funerarias ya ofrecían este servicio antes de la pandemia. Pero en algunas comunidades la aceptación de los funerales telemáticos ha sido notable. En Cataluña, el Grupo Mémora lleva tres años retransmitiendo en directo los velatorios de los tanatorios barceloneses, aunque prácticamente nadie lo demandaba. A causa del Covid-19 ahora no es así. Tan solicitado está este servicio, que los oratorios de sus tanatorios han sido equipados con hasta cinco cámaras y un innovador sistema de edición automatizado.
El servicio de grabación y emisión del funeral en directo por internet vía streaming permite a aquellas personas que no puedan asistir de forma presencial a la ceremonia verla en directo o en diferido a través de la web. Una vez finalizado el servicio, se entrega a la familia una memoria USB con una copia de la grabación editada y en alta definición.
eFuneraria, la primera empresa 100% online
Al mismo tiempo, otras empresas apuestan todas las fichas al mercado online de la defunción. Es el caso de eFuneraria, la única que en España ofrece todos sus servicios solo y exclusivamente a través de internet.
Esta compañía trabaja para todos los tanatorios de España, y desde su web los familiares o amigos de la persona fallecida pueden acceder a cualquier tipo de servicio funerario que quieran contratar, desde el entierro o la incineración, a los posibles traslados, o la engorrosa burocracia a solventar. Todo mediante un número de teléfono disponible 24 horas para atender las necesidades de los familiares del difunto en tan duros momentos.
En definitiva, el coronavirus nos está haciendo vivir la peor crisis sanitaria, económica y social de este siglo. Seguramente tardemos muchos meses en salir de esta, y probablemente la ‘nueva normalidad’ será muy distinta a la que había antes de que la pandemia estallara. La mayoría de las empresas, como motor económico tan importante para un país, han tenido que reestructurarse de arriba a abajo para poder seguir desarrollando su actividad. Al igual que la población ha adaptado su forma de vida con resignación. De modo que asistir telemáticamente al último adiós de un ser querido, algo que hace solo unos meses hubiera parecido una extravagancia, ahora se afronta como una consecuencia más de la pandemia. Aunque el Covid-19 no ha hecho más que acelerar cambios que ya pedían paso.