Los espíritus que nos habitan
Acceder a un mundo mágico y espirtual en el día a día, inmersos en la cuotidianeidad, es una de las características de la película La Casa de los espíritus dirigida el 1993 por Billie August (ganador de la Palma de Oro en dos ocasiones) basada en la novela del mismo nombre de la escritora chilena Isabel Allende. Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Antonio Banderas son los protagonistas del film que nos acerca de una manera natural a los espíritus de las personas que hemos amado y ya no están.
Clara (Meryl Streep) desde niña tiene el súper poder de ver el futuro y comunicarse con el más allá. La gente va a escondidas a verla para saber que les deparará el destino, y en una de estas ocasiones la niña se pone a gritar. Su familia acude corriendo y Clara le dice a su hermana mayor, Rosa, que va a morir. Efectivamente ese día Rosa muere envenenada. La pequeña creyendo que ha sido culpa suya deja de hablar durante años, por miedo a que cualquier palabra que diga sea causa de más muertes. En todo momento vemos la figura de sus padres quienes le dicen que la culpa no fue de ella y le brindan cariño y amor incondicional durante todos sus años de silencio (que rompe cuando Esteban le pide matrimonio).
El hecho que Clara deje de hablar lo podemos considerar un acto simbólico de lo que nos podría pasar a muchos de nosotros frente al fallecimiento de un ser querido. Una parte dentro de nosotros enmudece: todo aquello que quisimos haber dicho pero no dijimos, todo aquello que creemos que podríamos haber hecho mejor. Al igual que un niño, nos responsabilizamos de estos actos creyendo que realmente habríamos podido hacer más. Por suerte, en la historia también está la figura materna y paterna que representaría nuestro ser racional, nuestro entorno y el amor propio, el saber que lo hicimos tan bien como lo sabíamos hacer en aquel momento, que siempre existirá este amor incondicional hacia el ser fallecido y que aquellos que ya no están no nos juzgan, igual que no lo debemos hacer nosotros.
Otro personaje clave en la historia es Esteban (Jeremy Irons), un hombre muy trabajador, que crea su propia fortuna primero de trabajar en la mina y después como terrateniente. Tiene muy claro lo que quiere y lucha por ello. Es poco considerado con sus trabajadores y parece que solo mire en su propio beneficio sin importarle los sentimientos de los demás, pero a lo largo de la película vemos como el amor que siente por Clara y por su hija, Blanca (Winona Ryder), es incondicional, a pesar estar enamorada de Pedro (Antonio Banderas), hijo del encargado de Las Tres Marías, la finca de Esteban Trueba. También aparece la hermana de Ernesto, Ferula (Glen Close), quien tiene una relación muy estrecha con Clara. Esteban por miedo a que su hermana le reemplace por la estrecha relación que tiene con Clara, la hecha de casa siendo motivo de una gran tristeza para las dos.
Clara muestra en todo el film que tiene un claro vinculo con el más allá. En un momento de la película asegura que hay un lugar concreto para los espíritus, pero que éstos siempre están conectados con nosotros y que la vida es un regalo por el que se tiene que luchar. Escribe toda su vida en diarios, los cuales recibe su hija cuando esta muere. Ellos ayudan a Blanca a entender como transcurrieron las cosas, como todo lo que ha pasado tiene un porqué.
La casa de los espíritus es una película llena de amor, emoción y pasión, pero en donde el odio y el resentimiento son el motor de las peores acciones y, por contra, el amor verdadero se sobrepone a todo siendo el verdadero motor de la transformación personal. Cómo lo importante de la vida está en el querer y cómo aquellos que queremos siempre estarán con nosotros.
La pelicula tiene también un trasfondo político social (clases sociales, revolución y politica), que ya había sido recreado con gran detalle en el libro de Isabel Allende. La autora escribió la novela el 1982, tras el golpe de estado de Chile del dictador Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 con el que derrocó al presidente Salvador Allende y al gobierno izquierdista de la Unidad Popular.
Como el libro en el que es basa, La casa de los espíritus pertenece al realismo mágico, movimiento literario de mediados del siglo XX que se define por tener una preocupación estilística y un interés de mostrar lo irreal o extraño, como por ejemplo la aparición de muertos, como algo cotidiano y común.