Este libro de Peter y Elizabeth Fenwick aporta una rica y fundada documentación sobre el fenómeno del morir.
En él encontraremos un variado conjunto de vivencias que sugieren que el ser humano no es una criatura unidimensional y que la anticuada visión mecanista del siglo XIX que aún rige entre nosotros, resulta enormemente restrictiva al considerar los estados ampliados de la mente como científicamente irrelevantes.
El tabú
La muerte es el gran tabú de nuestra cultura, el gran fracaso de la civilización moderna.
Los progresos en medicina nos han permitido prolongar la vida pero no nos han enseñado nada acerca de cómo morir. El enigma de la muerte sigue sin respuesta y necesitamos un nuevo Ars Moriendi para el siglo XXI.
Al igual que Consciencia más allá de la vida, de Pim Van Lommel (Atalanta, 2015), El arte de morir, libro de Peter y Elizabeth Fenwick, aporta una rica y fundada documentación sobre el fenómeno del morir.
Visiones de los moribundos que a menudo reciben «visitas» de familiares o amigos ya fallecidos, sueños premonitorios o clarividentes, contactos telepáticos, coincidencias sincrónicas que aparentemente no guardan relación, o las experiencias que tienen algunos enfermos mientras están clínicamente muertos.
Un recorrido por las experiencias del final de la vida
Este libro es un recorrido por las experiencias del final de la vida con la intención de indagar si podemos explicarlas o si simplemente debemos aceptarlas y valorarlas por lo que son.
Adentrándonos con esta concepción se expresa algo tan evidente como es el consuelo tanto para la persona que está a punto de morir como para su familia.
El libro también indaga sobre aspectos más amplios del proceso como:
- ¿se trata de un proceso?
- ¿cuál es su significado para nosotros?,
- ¿podemos prepararnos nosotros mismos y ayudar a nuestros seres queridos a tener una buena muerte?
Un relato zen para cerrar el volumen
Peter y Elizabeth Fenwick lo recuerdan, y nosotros te lo mostramos:
Un noble le preguntó al maestro Hakuin:
– ¿Qué le sucede cuando muere a quien ha alcanzado la iluminación?
– ¿Por qué me lo preguntas?
– Porque eres un maestro zen.
– Sí, pero no un maestro zen muerto.