El Field Museum de historia natural acoje hasta el 31 de mayo la muestra: “Death: life’s greatest mystery
Pocos retos hay tan grandes como transformar la muerte en arte. O aún más arriesgado, en reflexión, dentro de una sociedad, la occidental capitalista, que en su inmensa mayoría sigue viendo únicamente el negro oscuro en todo lo que envuelve al deceso. Poco a poco, sin embargo, el debate y reflexión acerca de lo que es el gran enigma va calando y encontrando espacios para su puesta en escena. Desde el pasado 30 de enero, la defunción es motivo y epicentro de uno de los más grandes museos del planeta en ciencias naturales, el Field Museum de Chicago, que fue inaugurado en ocasión de la Exposición Mundial Colombina de 1893, y movido a posteriori (1921) al actual recinto neoclásico ubicado en la orilla del enorme lago Míchigan.
“Death: Life’s Greatest Mystery” o traducido al castellano, “La muerte: el mayor misterio de la vida” es la nueva colección que puede visitarse hasta finales de mayo. El museo norteamericano, abanderado y con exposiciones permanentes en los campos de la zoología, la antropología, la botánica y la geología, abre así un espacio que explora diferentes perspectivas ante la vida y la muerte a través de la cultura, el arte y la ciencia. Es, esencialmente, una muestra que combina elementos visuales, como lo son ejemplares naturales u obras a tamaño real, con un amplio abanico de herramientas más interactivas, que incluyen a un mundo sonoro muy particular, o a encuestas reflexivas en pantallas táctiles sobre el significado de la muerte.
Una réplica del cuerpo de una gran ballena fallecida simboliza y difunde el papel que pasa a tener este para originar un nuevo ecosistema y dar vida nuevamente a su entorno, aportando los nutrientes necesarios y el refugio que precisan los distintos animales que pueblan los fondos abisales oceánicos.