El ritual funerario islámico: austeridad acorde con el ciclo natural

Las costumbres musulmanas chocan con la concepción un tanto encasillada ante la muerte de la sociedad occidental

Bajo tierra, exentos de ataúd y ornamentos, con el cuerpo envuelto en una blanca y simple tela, diseñada mayormente en lino o algodón, apoyado éste sobre el costado derecho y orientado hacia la ciudad santa de La Meca, para poder encarar, tras los salmos y oraciones provenientes del Imán o el sacerdote acreditado, con mejores garantías el juicio que decide el devenir de mujeres y hombres fallecidos en el rito de la media luna. Así es la inhumación que se contempla por la zona del islam. Un ritual que parte de mandatos como el que aparece en el versículo 2055 del Corán “De la tierra hemos venido, a ella vamos a volver, y es de ella que otra vez saldremos”. Edictos religiosos pero acordes con la idea del respeto a la naturaleza y con la concepción del tránsito como un retorno y parte del gran ciclo existencial. El lavado de los cuerpos (ablución) después de la defunción, sin atuendos ni añadidos químicos contaminantes y que priven de la sencillez que se precisa, las plegarias que acompañan en los últimos alientos y prosiguen a lo largo del conjunto de la ceremonia, o el solemne séquito de hombres que tan pronto como pueden trasladan el cuerpo al cementerio, son preceptos relevantes de igual forma con el fin de mantener la dignidad del fallecido y presentarlo de óptima manera ante los ángeles que deben decidir su porvenir. 

Contradicción con la ley

Las leyes y usanzas en los países árabes concuerdan y encajan en buena harmonía y con precisa conjunción. Pero aquellos musulmanes que residen y que acaban falleciendo en occidente chocan contra normas que a menudo no permiten la total celebración de rituales mortuorios en la forma convenida. En España se selló en el ‘92 un acuerdo de cooperación con la Comunidad Islámica. Un pacto pionero que reconocía su derecho a reservar parcelas en los cementerios, y a crear instalaciones propias destinadas a los musulmanes. El respeto y libertad de culto son disposiciones tan fundamentales que son punto de partida de otras muchas que refleja la constitución. Sin embargo, no siempre ha encajado esta premisa con las pautas sanitarias y mortuorias, que se encargan de dictar las 17 autonomías.

El principio contradice la legislación, y por ello es necesario convenir de nuevo con las partes implicadas y acordar un equilibrio que precisa de cesiones mutuas para proceder de la mejor manera. Para poner tres ejemplos, no está permitido, con la excepción de Andalucía (Reglamento de la policía sanitaria mortuoria de dicha comunidad, Decreto 35/2001) enterrar sin ataúd, trasladar el féretro en los hombros y sin coche habilitado, o inhumar en menos de 24 horas a un difunto. Las costumbres mahometanas son reacias asimismo a exhumar los huesos de las tumbas salvo en casos muy concretos, un precepto que origina en ocasiones un problema porque suele resolverse la falta de espacio con la redistribución de restos en oseras. La tradición manda, de otra parte, separar físicamente a sepulturas musulmanas de otras de creencias diferentes, cosa que no siempre puede conseguirse y que depende meramente de la voluntad o la capacidad del cementerio.   

Cifras generales

Poco a poco, y paralelamente al auge de la inmigración, los países europeos han venido incorporando leyes que permiten a los musulmanes enterrar sin confrontar con sus creencias. Se han tejido acuerdos, han crecido espacios en los camposantos públicos, y en menor medida se han construido emplazamientos específicos con dedicación focalizada a dar salida a los difuntos musulmanes. Ahora mismo y en el Viejo Continente, Suecia es quien lidera el número de cementerios con parcelas dedicadas al islam (más de 110). Siguen Francia y los Países Bajos (entorno a 70), Reino Unido (35) y España con 28. La más grande instalación usada en exclusiva para entierros musulmanes es el Gardens of Peace, ubicado en Ilford (Inglaterra), con capacidad de 10.000 plazas y extensión de 9 hectáreas de terreno. En Holanda la legislación permite prescindir del ataúd en las inhumaciones, y explicita que es posible proceder a las 24 horas (Dutch Corpse Disposal Act, 1991). Sin embargo y a pesar de todos los esfuerzos, la mayor parte de musulmanes se deciden por mandar los cuerpos hacia sus países. La repatriación sigue siendo la opción elegida en mayoría porque Europa todavía, y pese a la notable adaptación, no presenta condiciones pulcras para los creyentes. El laicismo de las leyes y los establecimientos eminentemente públicos, ya hace años que se enfrenta con el reto de ser plenamente acogedor, y evitar tanto contradicciones con sus propias normas como faltas de respeto hacia distintas confesiones.      

La parcela en Collserola

El ritual funerario islámico: austeridad acorde con el ciclo naturalEn el Estado Español, existen ahora mismo 25 centros dedicados al entierro islámico. 3 de ellos exclusivos para musulmanes (Ceuta, Fuengirola y La Puebla de Don Fadrique), y los otros con parcelas. En Andalucía se permite la inhumación directa, mientras que en el resto se convive con la práctica de la negociación y el contacto continuo con las distintas asociaciones. Catalunya no posee un cementerio propio, pero sí son cuatro los municipales que albergan áreas destinadas al islam (Terrassa, Manresa, Sant Antoni de Calonge y Barcelona). El de Collserola, que erigió un primer terreno acorde en el ‘97, sigue siendo el de mayor envergadura. Reformó la instalación en 2017, y  amplió su oferta en 2021, sobre todo por la imposibilidad de repatriar a causa de las restricciones. Cuenta ahora mismo con un reposado espacio que supera los 500 metros cuadrados, y mantiene más de un centenar de tumbas. Hay  60 disponibles y se tiene la posibilidad de triplicar capacidad, puesto que limita con un terreno sin uso.

Los recordatorios son, en el seno de este pulmón verde de la capital del Principado, humildes placas. Se vislumbran flores naturales, y se observan piedras pequeñitas esparcidas por encima de las sepulturas, que funcionan como símbolos eternos para un alma que perdura. La ley priva todavía de la inhumación directa, y las distintas tumbas, hechas de hormigón, contienen tres pisos para poder ubicar tres ataúdes de madera. No se entierran las familias en conjunto. Se comparten fosas con desconocidos pero nada es hecho sin hallar consentimiento con el colectivo (el consejo islámico, la comunidad pakistaní, el grupo de palestinos, los sufíes o  la misma embajada de Egipto). Y además hay previsiones optimistas. Cuando se precisen nuevas plazas estas serán ya individuales, y cumplirán la premisa del entierro separado y a un mínimo de 2 metros bajo tierra. Unas prácticas que son compaginables y se alinean con los pasos que han de conducir hacia un futuro realmente sostenible, también para aquello que hace referencia al mundo funerario.   

 

     

ENLACES DE INTERÉS:

ESTUDIO DE LOS RITOS FUNERARIOS ENTRE LOS MUSULMANES DE SEVILLA (Sol Tarrés, Universidad de Huelva, 2006).

INFORME: ESPAIS DE MORT I DIVERSITAT RELIGIOSA. LA PRESÈNCIA DE L’ISLAM ALS CEMENTIRIS I TANATORIS CATALANS. Jordi Moreras i Ariadna Solé. Generalitat de Catalunya (2014).

WEB DEL CEMENTIRI DE COLLSEROLA (QUE MANTIENE LA PARCELA MÁS GRANDE DESTINADA A ENTIERROS ISLÁMICOS) 

LEY 26/1992 DE ACUERDO DE COOPERACIÓN ENTRE EL ESTADO ESPAÑOL Y LA COMUNIDAD ISLÁMICA (Artículo 2.5 relativo al derecho de concesión de parcelas para entierros musulmanes).

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