La película es un remake de “La muerte está de fiesta” de Mitchell Leisen (Death Takes a Holiday, 1934), que a su vez se basa en el libro «Death takes a Holiday» (La muerte se toma unas vacaciones).
El film gira entorno a la figura de William Parrish (en adelante “Bill”), un poderoso y meticuloso magnate que ha dedicado toda su vida a crear una gran empresa de comunicación, codiciada por otros empresarios. Bill vive en una mansión con sus dos hijas, Allison y Susan, y disfruta de una vida apacible y tranquila en plena madurez.
Sin embargo, cuando faltan pocos días para cumplir 65 años, Bill sufre un infarto y siente una llamada desde uno de los salones de su casa. Se trata de la llamada de la muerte, que ha venido a buscarlo y se ha presentado en su salón personificada en el cuerpo de un apuesto joven, Joe Black, que acaba de fallecer en un accidente.
Bill intenta retardar el inevitable momento al que tiene que hacer frente y le pide a la parca que no se lo lleve todavía. Entonces, la muerte le propone un trato: le permitirá permanecer con vida en el mundo mientras le haga de guía como mortal.
Bill accede a la proposición de la muerte y se convierte en la persona que guía sus pasos por la experiencia de la mortalidad. Pero no pasa mucho tiempo antes de que Bill empiece a sentir que la presencia de Joe desequilibra la vida en su casa. Y es que Joe Black es, en realidad, un hombre cuyo cuerpo aprovecha la muerte para experimentar por sí misma todo tipo de sensaciones humanas.
Joe es un desconocido para todos los que forman el entorno de Parrish, excepto para su hija, Susan, quien ya lo había conocido en una cafetería y por el que había empezado a sentir algo especial. De este modo, la muerte se enfrenta al dilema de seguir comportándose como lo que en realidad es, o bien, como un simple ser humano que amenaza con cambiar las reglas.
En definitiva, la película “¿Conoces a Joe Black?” constituye la personificación de la muerte en la vida, donde, sin embargo, preferimos ignorarla. El film también es una invitación a reflexionar sobre hasta qué punto sabemos que un día la muerte se llevará a nuestros seres queridos y a nosotros mismos.